Por Enrique Hidalgo Mellanes y Yadhira Ruiz Ruiz.

El poeta y la poesía

  1. ¿cómo se encontró con la poesía? Me aconteció lo mismo que a todos: amores, desengaños, soledades y entusiasmos. Sin embargo, una influencia importante en el ámbito familiar fueron mis dos abuelos. El materno se llamaba Roberto Cabral del Hoyo, poeta zacatecano, reconocido especialmente por sus sonetos. Perteneció al grupo de Dolores Castro, Alejandro Avilés, Octavio Novaro, Rosario Castellanos; un grupo muy ninguneado por la crítica, del cual se conoce sobre todo la obra de Castellanos, y ciertamente —como dice Fox— conservador en sus ideas y en su manejo del lenguaje, si los comparamos con otros grandes poetas de su generación. Por el lado de mi padre, Pedro Varela no era un literato pero era un gran lector de poesía y especialmente de novela. De mi abuelo materno tomé el gusto a la poesía y de mi abuelo paterno a la novela, especialmente la literatura de viajes, de aventuras, el gusto por los lugares y temas exóticos.

Deben ser poetas solamente quienes sienten la imperiosa necesidad de serlo, aquellos para los cuales resulta una necesidad pero también un placer absoluto, sin concesiones, sin exhibicionismos, algo interno que se exterioriza por mero azar, una extraña coincidencia con otros lectores.

  1. ¿de donde viene el poema? El poema viene, creo yo, de un proceso interior de la conciencia, donde la imaginación, los sentimientos, las ideas, se sedimentan y construyen mundos paralelos; mundos imaginarios que le dan sentido al mundo real. Sí creo en la inspiración, pero considero que no es tanto un don divino, sino una facultad se obtiene a través de la sensibilidad y en la soledad, afinándola. Literalmente, “inspirar” significa jalar el aire hacia los pulmones, apropiarnos de lo que está a nuestro alrededor aunque sea invisible.

  2. ¿qué es el poema? El poema es un objeto artístico, un pequeño universo o una epifanía en el sentido joyciano. Sólo puede existir si es absoluto, perfecto, como una joya o el amor de una mujer. Sólo existe cuando lo podemos asumir con todos sus riesgos. Un poema es un instante inmovilizado; no la fotografía de un instante real, sino el instante mismo, imaginario. La poesía es el grado más alto de la cultura, el resumen de todas las artes purificando el más impuro de los materiales: la palabra. Es la liberación suprema del lenguaje: el despojamiento del utilitarismo, la muerte del discurso político, la tumba del academicismo, el suicidio de la retórica.

Lecturas

5.Platiquenos de sus lecturas Aparte de las influencias familiares, casi todas las demás personas y circunstancias han intentado influir para que yo no sea poeta, y creo que tienen razón. Es como todo en la vida: se necesita practicar con terquedad para lograr algo, y cuando existen obstáculos casi siempre es mejor el resultado. Por ejemplo, a mí me gusta mucho la obra de Joaquín Sabina el desconocido, y sus canciones de superestrella me parecen en algunos casos mediocres. Incluso Sabines es más Sabines en ciertos libros que nacieron un tanto marginales, lejos de los reflectores literarios y las revistas culturales (me refiero especialmente a Horal y Adán y Eva, o al propio Algo sobre la muerte del Mayor Sabines). Literariamente, Rulfo fue mi primer y definitivo deslumbramiento. Después de él, la literatura fue para mí otra cosa: la posibilidad de la imposibilidad, el cerco del lenguaje sobre la vida. Rulfo me conectó directamente con mi propia sensibilidad; leer Pedro Páramo fue como la primera experiencia sexual y El Llano en Llamas, una especie de droga. En poesía, García Lorca, la Generación del 27 español, Eliot y la poesía árabe, destacando Omar Khayam. Luego Sabines, Neruda y Nicanor Parra. Después Octavio Paz.

  1. ¿quiénes lo acompañado por estos caminos de la poesía? Me identifico poco con poetas de mi generación, los cuales me parecen, en su mayoría, deliberadamente oscuros, y artificiosos. Me entusiasma profundamente la obra de Efraín Bartolomé, Eduardo Lizalde, Francisco Hernández, Vicente Quirarte, algunas cosas de Jorge Esquinca. Más hacia atrás, José Carlos Becerra. Admiro rendidamente a Pessoa. López Velarde es como parte de la familia, por las lecturas zacatecanas de mi abuelo. Cavafis me parece un clásico. Baudelaire, el más grande de todos los poetas: una enorme sombra tutelar proyectada sobre la literatura, pero también sobre la sociedad contemporánea. Quevedo es un genio humorista, un explorador inclemente del alma humana, tanto individual como colectiva. La poesía cubana, en su conjunto, me parece una tradición vital, poderosísima; la prefiero mil veces al intelectualismo de los países andinos. Hay algunos no poetas cuya poética definitivamente me ha influido: la pintura de Gauguin; las esculturas de Rodin; el rock y el blues, desde Etta James hasta U2; la obra singular, apocalíptica, de Shakespeare.

El premio

  1. ¿qué significa Jaime Sabines? Sabines es, como todos los grandes poetas, una figura un tanto solitaria, que por sí misma representa la ruptura con el paradigma del poeta-intelectual, vanguardista a fuerzas, en eterna pugna con el ángel posmoderno. Sabines le recuerda a la literatura mexicana que siempre se escribe sobre la vida, que la vida es literatura, que nuestro tiempo y circunstancia también son poetizables, o mejor aún, que no hay nada tan poetizable como ello. También pone en su lugar a la poesía militante, pues salvo unos poemas horrorosos que escribió sobre la Revolución Cubana, da la espalda a los manuales de corrección política tan socorridos en los sesentas-setentas y escribe sobre el tiempo humano, que es el tiempo divino donde Uno es el hombre.

Sabines es un punto de partida y un momento irrepetible. No se puede volver a Sabines. Hay que caminar a partir de él hacia donde nos lleve nuestra propia brújula.

  1. Usted ganó el Premio Internacional de Poesía Jaime sabines 2003 con el libro Comala Blues ¿cómo se construyó este poemario? Comala Blues nació de una intuición, pero creo que ya lo había venido madurando sin saberlo. Todos los poemas se fueron escribiendo como improvisaciones, en un genuino momento de tristeza pero también con una enorme distancia frente al yo poético. Fue un acto de liberación no deliberado y en general es un poemario que recorre la obra de Rulfo sin un sistema demasiado explícito o preconcebido. Justamente eso es lo que quería: dejar que se fueran imponiendo los temas, las voces, las poéticas; desde lo épico hasta lo más acendradamente lírico; que de pronto apareciera Susana San Juan y de pronto fuera Miguel Páramo o el propio Rulfo. No se trataba de hacer una exégesis, sino de adentrarse en la obra de Rulfo y permitir que fluyeran las imágenes, los momentos, las relaciones secretas entre vida, obra y literatura. Una catarsis, pues, como me parece que es el blues y la misma obra rulfiana.
  1. Para su carrera literaria ¿ que significa un Premio como el que recibirá el 28 de noviembre de 2003 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas? El Premio Sabines significa la oportunidad de ser leído por mucha gente que todavía no me conoce y potencialmente, la posibilidad de seguir publicando, lo cual me parece muy importante. Tradicionalmente existe la idea de que en el norte de México no existe un gran movimiento cultural, que aquí solamente hay carne asada y narcocorridos. Sin embargo, creo que el norte tiene su propia dinámica cultural, que es muy rica y ha generado escritores de valor como Oscar Liera y su dramaturgia, o Elmer Mendoza y su narrativa. El Premio Sabines es, en alguna medida, el reconocimiento a que también existe un norte capaz de interesar a los centros geográficos y culturales del país, la confirmación de que aquí también se hace poesía (y no lo digo solamente por mí, por supuesto, sino por muchos otros poetas de Sinaloa, Baja California y Sonora, con quienes efectivamente se comparte una cierta búsqueda estética, existe una relación de amor-odio con la tradición literaria y una vivencia común del paisaje desértico, lo fronterizo, lo “mediterráneo” de nuestro Golfo de California, el desarraigo y la construcción de nuevas identidades, e incluso la relectura de nuestros clásicos, como Rulfo).
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