Rosario Castellanos, aquella niña nacida en el Distrito Federal, leída y escribida, que pasó su infancia y pubertad en Comitán, que la marcó en toda su obra literaria; en sus poemas, sus obras de teatro, sus ensayos y sus novelas, donde revela su gran pasión por la defensa de los indígenas y los derechos de la mujer en la década de los cincuenta del siglo XX.
Yo soy una señora: tratamiento arduo de conseguir, en mi caso, y más útil para alternar con los demás que un título extendido a mi nombre en cualquier academia.
Así, pues, luzco mi trofeo y repito: yo soy una señora. Gorda o flaca según las posiciones de los astros, los ciclos glandulares y otros fenómenos que no comprendo.
Rubia, si elijo una peluca rubia. O morena, según la alternativa. (En realidad, mi pelo encanece, encanece) (...).
Autorretrato